Glenda Morejón ha mostrado su fortaleza en pistas internacionales, recientemente lo hizo en China, donde ganó plata en el Mundial de Marcha; pero la ibarreña también evidencia su sensibilidad, al punto de quebrarse cuando habla de lo duro que ha sido para su entorno familiar poder darle el apoyo que necesita para lograr medallas.
¿Qué hace en su tiempo libre?
Algo de libre me quedan los sábados y domingos, en la tarde. Salgo al cine (prefiere películas de terror o acción), a dar una vuelta, o me quedo en casa haciendo deberes. Los domingos los dedico a Dios. En familia vamos a misa y al parque, pero cuando mi mamá se va a trabajar me quedo en casa. Lo que más me gusta en las horas libres es descansar. (ríe) Es algo que casi no conozco de lunes a viernes.
¿Quiénes son las personas más importantes en su vida?
Mis padres. Ellos siempre me han apoyado, así sea con poco o mucho. Siempre han estado al tanto de mí. Me han cuidado y educado con los valores debidos. Gracias a ellos por el apoyo y a Dios por darme unos padres tan lindos (dice con la voz quebrada).
¿Admira a alguien?
A mis padres. En especial a mi madre, porque es una mujer luchadora que nos ha sacado adelante y nos ha educado a todos los hermanos. Nos ha criado con valores.
¿En el deporte?
A Jefferson Pérez y a una mexicana (María Guadalupe González), que ganó los 20 km en Taicang, China. Fue emocionante porque se desquitó de las chinas (Shijie Qieyang y Jiayu Yang). Antes, dos veces las chinas le habían ganado.
¿Le gusta la lectura?
Por los estudios y los entrenamientos no me he dedicado, pero sí debo leer más. Ahora que ya me gradúe del colegio tendré más tiempo porque voy a estudiar a distancia la universidad.
¿Qué carrera seguirá en la universidad?
Me gustan derecho y psicología, pero más me interesa ser abogada.
¿Por qué abogada?
Para ayudar a los que más lo necesitan. A veces hay gente que urge de un abogado y no tiene dinero. Mi mayor sueño es poder ayudar a los que más lo necesitan. Me gusta que las cosas sean justas, aunque a veces la vida misma es injusta. Pero Dios ve a todos desde arriba y al final él dará a cada uno lo que se merece.
¿Su infancia fue muy dura?
(Se queda callada unos segundos. Respira profundo.) Cuando era chiquita no me importaba nada, solo jugaba. Pero cuando empecé a crecer fui entendiendo lo dura que es la vida. Especialmente cuando a todos los del mercado Asociación 31 de Octubre (en Otavalo), donde trabajaba mi mamá, los mandaron a otra parte (Copacabana) porque en el antiguo lugar iban a construir un puente. Fue una situación muy dura, porque ya no se vendía igual y en ese tiempo mis hermanos estaban estudiando. Entonces veía cómo sufrían mi papá y mi mamá por la falta de dinero (las lágrimas ruedan por las mejillas de Glenda. Llora mientras trata de hilar las ideas y sus palabras se entremezclan con sollozos). Eso ha sido lo más duro (las lágrimas no cesan). Gracias a Dios hemos salido adelante y él me ha bendecido con el don del deporte. Ahora mi madre trabaja en el mercado 24 de Mayo (igual en Otavalo).
¿Hace qué tiempo ocurrió?
Son unos 5 años. Ahora, en lo único que pienso es en seguir luchando por mis padres porque ya no quiero que mi mamá trabaje. Es mi sueño.
¿Qué opina de los políticos?
(Respira profundo y piensa varios segundos) No me gustaría hablar de ese tema, lo que sí tengo claro es que la política es bastante sucia. Los políticos más piensan en ellos que en el pueblo.
¿Cuánto cambió su vida desde que ganó oro juvenil en Kenia, en el 2017?
Ha cambiado bastante. Ahora tengo el apoyo de la empresa privada y del Ministerio del Deporte. Pasé de 5 km a 10 km y me ha ido bien.
Cuando logró ese título, hubo una situación que resaltó a nivel internacional: los zapatos rotos con los que entrenaba. ¿Los guardó, los desechó o ha olvidado ese capítulo?
(Sonríe) Fue mi papá el que salió con lo de los zapatos. Él me llamó y me dijo que le preguntaron sobre eso. Me contó que lo contó para que vieran el esfuerzo que hice para conseguir esa medalla, pero al final se hizo una bomba en el país (ríe). Fue bueno ya que llegó más apoyo a los deportistas. Espero que siga así y se apoye a más deportistas, así llegarán mejores resultados.
Tenía un par de zapatos para entrenar y competir, ¿ahora cuántos tiene?
(Ríe) El año pasado, cuando recién ocurrió, me regalaron unos diez. Pero después firmé con Nike y esos zapatos los regalé a mis compañeras, a mi hermana y a mi cuñada.
¿Y ahora?
Tengo cinco pares de los que cogí en los tres meses. Luego me entregarán unos zapatos de marcha que Nike no tenía.
¿De niña no tenía tantas responsabilidades de entrenamientos y marcas?
Me gustaba salir a jugar con mis vecinos de mi edad, me quedaba jugando hasta la noche y cuando escuchaba el silbido de mi papá (Luis Morejón) sabía que me había ganado una buena paliza (ríe). Iba corriendo y tenía temor de entrar a la casa, pero debía hacerlo. Ya desde niña entrenaba atletismo y no me gustaba, lo que me gustaba era jugar como toda niña.
¿Es buena estudiante?
(Ríe a carcajadas) No soy tan ‘noria’ que digamos, solo lo normal. Mi promedio es 8,86.
¿Su mayor sueño?
Graduarme de la universidad, ser una mujer de bien, crecer en el deporte y como persona.
¿Le gustan las fiestas?
No me gustan. A veces hay fiestas entre familia y asisto porque ellos son importantes para mí, pero salir a fiestas no me agrada. Un deportista debe ser disciplinado en todo. (D)
Fuente: https://www.eluniverso.com/deportes/2018/05/13/nota/6756390/morejon-ahora-ya-tengo-mas-zapatos
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